Detrás de los artículos
a través de pantallas sin memoria
y con exceso de cálculo, con la industria
propia e íntima de un sueño que se desvanece,
tiemblas tú, origen de las aves, los pájaros
estremecidos. Detrás de los músculos,
en plenitud de luz y de día, con oxígeno
llameante, mientras los labios
cierran su pico de corneja, de laúd
incesante. El sueño dura poco, mientras
se expande la necesidad del aire.
Su caracola resucita a un muerto,
nebulosa de dioses sin máscaras
y prístina carencia de soles: un astro
que ya no se precisa.
Detrás de los artículos, de los músculos
y de las estelas emergentes, surge
la neblina, el cuerpo yacente de una tumba
sin aviso.
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