Tarazona, viernes 25 de febrero de 2020
Por la mañana
ERAN LAS CINCO
Eran las cinco,
las cinco de la mañana,
la injusta guerra, vestida
con pelo de toro negro,
mugiendo con los bufidos
del belfo de los misiles,
embistió las poblaciones
dormidas en la razones
que la paz hace verdades.
Eran las cinco,
las cinco de la mañana,
las insignias asesinas
fusilaron las trincheras
de la libertad durmiente.
¡ Malditos depredadores,
matadores criminales,
habéis abierto la espita
de la maldad imparable.!
Por la tarde
HOY MI DOLOR SE DILATA
Hoy mi dolor se dilata
rechinando ante la hiedra
con que aprisiona la guerra,
y sus fúnebres herrajes,
la libertad solidaria
y la paz ilusionante.
El crepúsculo se intuye.
Los misiles acometen,
con esencia destructiva,
el mandato de la muerte.
Por la noche
Hoy he visto como la guerra, montada en el caballo acorazado del odio, pisoteaba, con abominables pezuñas, tierras cultivadas, derruía casas, destruía caminos y veredas, asesinaba inocentes y relinchaba impenitente en la geografía europea. Otra vez la injusticia, vestida con la piel parda del oso aniquilador, precedía al ajusticiamiento de la libertad, al fusilamiento individualizado del oponente, al arrinconamiento del pensamiento distinto, al carbonizado de las ideas en los crematorios levantados con adobes de la intolerancia. ¡ OTRA VEZ !