No me preguntes nada.
No sé cuál es el nombre de mi Alondra,
no sé cuándo llego su pelo a ser un ala rota
lo que le diera libertad y le dijera
que se encuentra perdida en esta soledad.
Pudimos ser las dos como princesas,
de gracia llenas y a la vez desgraciadas,
vacías y recubiertas
de espejismos, de tardes
o palabras..
Pero no, ella no.
Ella sí tiene prisa por vivir.
Muere la noche muerta.
Naces mujer ahora.
Habrá tiempo en tus ojos para nuevas ventanas.
Adiós, alondra.
Adiós querida hermana.
(05 de Agosto)