PABLO NERUDA
Déjame decirte hermano
algunas palabras suspendidas
en la energía astral de tu obra
sideral, metálica, terrestre
en verde, en azul, en violeta,
asonatadas en la dimensión
chispeante
de tus ojos de tierra,
de humo cósmico,
de verdor marino
botánico
y el polvo de la Sierra.
Tú eres
quien a la postre interpreta
dimensiona, dinamiza
distorsiona, disimula, sublimiza,
el crepúsculo versificado,
el amor
los colores del maíz, los trigales...
las partículas de la roca de tu vida.
Fuiste triangular
y lo eres
en tu sueño y tu historia
en tu canto poético de vida,
en tu vida de líneas ascendentes
y esferas esperanzadas
y esperanzadoras.
Tú viniste, Poeta, cual
empedernida águila de altura,
andando geografías
desde tu tierno, fresco
y quedo rincón de Parral
hasta Temuco y Tarapacá
pasando por Atacama,
a golpe del galope
del potro alado y dorado
de tu silencio
tu entereza
tu altivez de espíritu;
detrás de muelles, sauces y nieves
blanquísimas, de azules océanos,
lejanos caminos y antiguas patrias
do penden ahora cual un pétalo
tus arterias, tu visión arco irisada
el fuego de tu fragua,
la balada de tu verbo
la pluma de tu esfuerzo
y tu ardiente verso
para llevar tu nombre,
el de América a la cumbre,
desplegando
sabiduría y corazón
en el sublime encargo
proficuo y emprendedor;
allí también grabadas
tus lágrimas interrogadoras,
rebeldes,
en dinámica ola
vital, mortal, suprarreal,
tus espirituales inquietudes
inquietantes
como tú, vívida idea
merecedora justa de Nobeles
y laureles.
Pensando en la paz reposas,
lo único cierto.., quizá Dios,
el terruño y la nostalgia tus motivos
los astros, la mujer la vida
tu afán;
tu gente, la política, los libros...
son tu mapa de América, tu espada
y tu “Canto General”...
hablar de amor, justicia, dolor
hermana o madre
tu intachable filosofía.
Déjame decirte
que por tu sendero,
por Chile y Francia
por Ceilán, España, China...
van cantando epigramas
los azulados cerros
las aborregadas nubes australes
o las otras de tormenta...
y el planeta se desboca
se desborda, se desangra
y la esencia de tus versos
se estremece, se columpia,
se acerca y aleja
de las minas de cobre y los ríos
más allá de las fronteras,
escanciando aún recuerdos,
injusticias, persecución,
e incomprensiones;
y allí estás linajudo caballero
en perpetuas esperas
en dinteles
en cósmicas acciones,
y resbalan y se impregnan
tus rastros, tus rasgos
tus rostros humanistas, eternales,
tu visión y tu grandeza.
Arremolínanse los vientos
la sombra y la luz
la cordillera y el mar
en torno a tu existencia,
refugiase el amor
en un recodo infinito,
invisible, inexpugnable,
pidiendo aún calor y sitio en ti,
en tu memoria,
un lugar en tu vida pretérita
comunista y terrena,
allí donde aún canta
la aurora del Sur,
donde una quena
suena en tu alma
y rondadores crepusculares
en tu sangre,
o donde mil trompetas tocarán
en tu vida de siempre
perenne, perviviente
o postrera,
en tus “Residencias”
en tus cartas, tus consejos
marcados en la tierra
y en la telúrica presencia
de tu lira,
en tu fuerza y energía que
plasmadas se han trocado
en la vida y existencia
de tu obra
de tu sombra
de tu mito
de tu gente
tu nombre y tu bandera
altamente enarbolados
en mástiles siderales
y podios inmortales,
en ondas marinas de colores,
mascarones y caracoles,
“Farewells “, yaravíes
y formas sudcontinentales
y simétricas estructuras meridionales
y planetarias.
Estás Neruda
-centenario surco
inmortal figura
caminando desde siempre,
desde el río Mapocho
o el Biobío...
y siendo memoria inmemorial
en mil maneras de hacer;
de pensar
viajar;
amar y escribir
tu sentir, tu vivir
que es el vivir del mundo en sí,
en el tiempo
en la roca
en el viento americano,
en la fruta de vendimia
en el cosmos de tu mente y macrocosmos
que atomizaste
al son de tambores bohemios
cálidos y verdes,
mestizos,
sembrados en metales
y vasijas de dulce néctar
preñadas de amigos.
Oteo -lloroso- tu puerta
ínsita estatua universal,
infaltable en el coloquio diario
de lo existencial,
lo metafísico,
de hombres, tierras y relatos
de rutas y estilos literarios,
de cansancios
de amargas jornadas idealistas,
de amores y amadores...
¡Eres grande, eres Ande!
Eres ola, eres mar
eres brisa siendo hoguera
pluma en ristre
caballero
y postrera lágrima amical.
Eres vida siendo lienzo
y sempiterno serás
un vibrante, imbatible
y prodigioso renglón,
una plumilla célebre
pendiendo entre cielo y tierra.
Bolívar Delgado Arce