(SONETO BLANCO)
Y así como la brisa de verano
que sostiene en sus brazos las semillas,
llegaste sin siquiera merecerlo.
Tu esencia acaeció por mi camino.
Y así como llegaste, te me fuiste
con el céfiro húmedo nocturno.
Eras ave migrando de mi hombro…
Ay, de un pequeño árbol sin sus hojas.
Me queda tu recuerdo en tus poemas,
que, como flores ricas de perfumes,
endulzan mis lamentos en cantatas.
Quizá ya no regreses con el sol.
Quizá con las tristezas de mi pluma
pueda sobrellevar la soledad.
BARATZA