Visten de seda
los versos que me envías
y así los veo.
Vienen envueltos
con magia y con ternura
desde tus dedos.
Tienen el néctar
sabroso del verano
entre sus letras.
Y los retazos
de algunas primaveras
con golondrinas.
Cuando los veo
mis labios se estremecen
y hasta suspiran.
Bailan los ojos,
se alteran las pupilas,
con tus susurros.
Y es que tus letras
se juntan con mis sueños
y fantasías.
Un mundo nuevo
renace de mi pecho
y en sus cenizas.
Vuelven las llamas
con brío, en el otoño
a dar candor.
Y con tus versos,
posándose en mis labios,
así me duermo.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/09/23