Nadie esperaba que la hora llegara
En qué te marcharias del mundo terrenal
Eras tan joven tan llena de vida
Que parecía imposible que la parca te pudiera llevar
Pero el destino suele ser caprichoso
Y ni los hombres de blanco te pudieron ayudar
No hubo detalle, cirugía ni rezo
Que a la llama de la esperanza te dejara agarrar
Y por eso, no queda más que despedirme
De los momentos lindos, de los sonidos de tu voz
Y quedarme tan solo con los recuerdos
Y pedir que me apartes, un lugarcito con Dios