Ahí estaba yo, cual caballero con escudo,
Que en la avasalladora noche,
con el retumbar de corazones,
Unísonos en sus galopes de furia contenida,
resoplaban como míticos dragones,
esperando la orden de Atacar.
Oh bestiales instintos, que en furia indómita,
a la muerte lleva al Soldado;
que sin saber, empuña la Espada,
blandiendo contra sus hermanos el Acero!!
Mientras el Dictador en plena dicha contenida,
goza ver morir a los Inocentes, cargadas de falsa Gloria.
Mueren con espada en mano,
Y el Acero en medio de la carne,
Ansiando del Sacrificio la Gloria.
Lagrimas cristalinas de espera ilusoria,
de una Madre, o de la Amante.
Lagrimas jamás pagadas que se evaporan al infinito,
en busca del Dios Consuelo.
Oh, tristeza del alma mía, como no ver tanta Cobardía!
No de la Carne de Cañón,
si no de la Cabeza que da la Orden.
Cuanta tristeza tiene el Alma que escribe,
Que siente, que implora,... que piensa...!!
Dr. Salvador Santoyo Sánchez
24 septiembre 2023.