Veloces recorren las palabras
su trayecto de emoción a materia,
un poco tú
como todos los que aman
Solange Schiaffino
Soy el recuerdo y algo que presiento
en la madura cima del vigía;
un poco como todos los que aman
el baile de la sílabas sonoras
y el cálido vibrar de los orgasmos.
Nunca tuve dos pares de esperanzas
para correr bien cerca de los sueños;
un poco como todos los que corren
tras de sí, tras del alma, tras la pena
que te edifique, poco a poco, canto.
Tengo, sí, mi porción de piel herida
y sonrisas, por tristes, deseadas;
un poco como todos los que, pronto,
se aprisionan, sin más, en los espinos
sin pensar ni en la espina ni en lo amargo.
Detrás de las morrallas del silencio
tuve voz que, por verde, fue sincera;
un poco como todos los que brotan
desde el fondo del vértigo y el cáliz
de la mar, de lo humilde, del arraigo.
Me arrullaron los vientos que se embrean
a las palmas, moriches y cañadas,
un poco como todos los que habitan
los aromas del sur del miserere
y las sombras ardidas del encanto.
Soy niño que, por hombre, no renuncia
a la mágica senda del asombro;
un poco como todos los que saben
que hombría no es el hombre ni la fuerza
que pierde con el paso de los años.
Atravesé, desnudo, las semblanzas
de las sombras dormidas en mi boca;
un poco como todos los que un día
descubren que los morbos nos inquieren
desde el fondo de un beso recordado.
El día que mis labios se encendieron
tronaron balalaicas ya por siempre;
un poco como todos los que, hondo,
aprenden los caminos indecentes
y admiran a los cristos y a los santos.
Muchas veces perdí cordura y letra
en carne y pulpa y grana de una ninfa,
un poco como todos los que truecan
en pulso contenido los deseos
y en lluvia lujuriosa los recatos.
Ha mucho estuve enfermo de arrogancia
y bebí de la vida, despectivo;
un poco como todos los que tienen
el burbujeo efímero del tiempo
en mano adolescente aprisionado.
Nunca pude saber si existo apenas
o me inventan las gentes que yo sueño;
un poco como todos los que duermen
en la utopía propia de la vida
y muriendo descubren su letargo.
Tuve y tengo la urgencia del poeta
de interrogar las cosas que tropiezo;
un poco como todos los que intuyen
que el silencio del cosmos es lo único
que merece la pena ser contado.
Descubrí que en un verso cabe el mundo
y en él un universo de universos;
un poco como todos los que aprenden
a encerrar los pasados en un signo
y en el símbolo darse por hallados.
En fin, que tanto tuve poco y nada
que es poco más de lo que quise y quiero;
un poco como todos los que esperan
laurel, azul, campanas y que siempre
desesperan, de esperas, ya cansados.
Y yo me voy dormido en la memoria
pues soy recuerdo y algo que presiento;
un poco como todos los que sienten
que la vida es un sueño que se sueña
y la muerte es vibrar en otro estado.
Y así sabrás a qué renuncio, ávido
de abstracciones miles en el alma,
de sones, claroscuros y te quieros
para ser y no ser en esta vida
en que somos un poco como todos.