Semana maldita,
cuando pasan las horas y no pasan de prisa.
Semana bendita,
cuando concuerdas relojes entre mi libertad y tu sonrisa.
Semana maldita,
cuando las horas ocupadas de las tardes hacen que tus brazos se larguen y me quede inmersa en la soledad de tu compañía.
Podría admitir que tu ausencia me afecta,
pero solo dire que está bien cuando todo me conduce al sin sentido abstracto que todos saben pero que yo no admito.