Ayer la vi parada en la acera de enfrente
Ataviada su escultural figura
Con su falda vaporosa de flores coloradas
Sus bucles ensortijados y saltarines,
Le daban a su cabellera suelta un luminoso ritmo
Y sus huesos largos delataban
Su espalda de cibel.
Hoy viene apurando el paso,
a lo lejos se ve,
Viene con su pecho erguido como de paloma
Aun cuando no se sabe
si es hembra de halcón o búho
Viene con un gran enjambre de libélulas
Con sus figurajes tintineantes en denodada escolta,
Le revolotean y le circundan cuidando sus pasos
De avecilla temblorosa e igualada.
Picando aquí, picando allá.
Viene acercándose más, y no son libélulas
Las que la escoltan, son hombres y mujeres
Que la rodean, la requieren y llevan velas encendidas
Para alumbrar sus pasos
Quieren que se mude a sus casas
Y se entronice en el mero centro
De sus ávidas “realidades” “irreales”
Ella ufana y pintorreteada su faz
Con el carmín del “Basilisco” de
Aquél primer jardín donde nació
Hija de padre por madre
Nacida ya promiscua e intensa.
Allí inauguró la moral humana
Y firmó su primer contrato
Para representar por el hombre
Su trasnochada comedia
Ella exige nuestra boca
Allí es su primer aposento, allí estrena celda
Luego escala altura hacia los hemisferios
Para descender en veloz avenida
a su Final objetivo,
Su mejor tálamo:
Nuestro corazón.
Allí comercia Con mercaderes,
Con caballeros itinerantes,
Con soldados rasos
Con la impura que se cree pura
Y el regateador de la medida
De su infamia.
Luego penetra fortalezas
Trepa alcázares
Y cruza puentes levadizos
No tiene contemplaciones
Ni atisbos apurados de somnolienta paz
No se cansa, no se amilana
Engorda cada segundo
Y cada segundo vacía sus queresas
Procurando compartir la guehena
Donde el diablo amontona sus estiércoles
Y el gusano vil aguarda
La presa que amontonan las edades
Hasta que el gran Dios
Decida atarla con su cadena de eslabones
De acero y cobre, de hierro y tierra
Y junto al lago que desprende el fénico y
Azufrado vapor de siglos
Cremen al fin sus entrañas fértiles
Y se aborte lo que guardaba para mañana….
Francisco Avelino Barreto