Y tomé ese racimo de uvas rojas
protegido estaba por una malla
quedaba a corta distancia
empecé el festín con una
terminé, con muchas.
Con esa uva roja seguí el mugido
que me acompañaba en esa dulce mañana
lentamente, me acercaba
rápidamente, me alejaba
harto temor a las piernas llegaba
eso, me impidió tocarla
sin embargo, beber deseaba
leche recién ordeñada.
¿Será que tantos años en la ciudad
me han llevado a perder el contacto
con una bestia que siempre nos ha dado
de su ser, un pedazo?
Mas esa uva roja
la pasaba por los sedientos labios
jugando con ella graciosamente
de arriba a abajo
el dulce quedó impregnado
en cada una de las perlas blancas
recobrando así una cándida sonrisa
para así empezar un día
esto con una consigna:
reconectar con la vida.