Lo que se escucha es poco,
casi nada,
todo significa
que en la calle
ya la gente camina y habla.
No es lo que se oye sonido de fuentes
con el agua cayendo a tierra
para volver a ser en el suelo agua,
son voces que se prolongan en el aire
y llegan rotas y cascadas.
Hélices de motores
que sin fin trabajan
traen hasta aquí,
donde uno versa y trabaja,
las melodías incansables
de quienes usan de la mañana
para ser filósofos de la vida
vendiendo por nada
sus mercancías, palabras,
en cualquier bulevar o plaza.