En los momentos
que el desasosiego me atrapa
salgo a caminar
por los lugares, donde solía
mi juventud gastar
En mi andar suelo mirar
aquellos jardines
que me hacían suspirar
con el perfume de sus flores
y la belleza de sus colores.
Al recordar mis amores
una lagrima dejo escapar,
cuántas mujeres dejaron
su sabor a fresa en el besar
cuando no, las caricias
de sus manos en mi rostro
que enrojecía con su rozar.
Pregunto ¿hay momentos
más bellos en nuestro andar?
Y al pensar, no puedo comprender
porque no los aprisionamos,
y los dejamos marchar.