Elizabeth Maldonado Manzanero

De

Helado desierto tiembla cayendo sobre su sombra

el eterno padre tiempo en la imantada carne presa

de incendiada sed de anhelos.

Amarillenta corola de flores que pierden sus profundas raíces

en muchos besos y caricias que suman para el abismo,

para el tenue agiteo de alas qué se torna en cantos bellos

y por un instante

viven en su cáliz: la esperanza, el amor… la vida.

Tristísima aflicción que solo al evocar logra consumar

su pasión y hacer que su agonía se apague en breve lapso

más solo logrará mitigar su martirio el arcano clemente y frío

que permita transitar del día a la noche

saltándose a la imprudente tarde que  grosera nos despierta

a la realidad del sol quemante que nos agobia

sin que haya un mendrugo para el hambre voraz,

o una gota para tranquilizar la guerra

en que nos mantiene en vilo tanta espera.