Toma esta rosa que corté de mi jardín…
Era una rosa blanca; pero como verás,
hoy se viste de color rubí escarlata;
tal vez porque la cultivé con el dolor
que todavía se obstina en flagelar
a mi desencantado y desdeñable corazón…
O tal vez porque a diario riego mi vergel privado
con lágrimas de sangre de mi desilusión.
Esta rosa adornada de grana carmesí,
Quizás la guardes en el huerto de tus sueños inermes;
porque yo engendré a este, mi inexorable ayer,
muy adentro en las cavernas escondidas de mi débil corazón,
y el recuerdo de ese grandioso idilio fue muy caro;
y hoy, por disfrutarlo tan sobremanera,
lo pago con mi sangre por el costo ufano
de haberlo poseído, y ya no ser parte de él.
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