No quería vivir entre otros brazos
era con ella me repetía,
a pulso de mi sangre la había hallado
y la amaba, puedo jurarlo.
Pero ella eligió alzar vuelo hacia otro lado,
entonces descubrí que no la conocía tanto
y no sabía lo mucho que le gustaba volar,
así que levantó vuelo, me quedé mirando.
Libre voló, libre buscando otro cielo,
la contemplé distante y la dejé volar...
Entendí entonces que eso de dejar ir
no es dejar de amar, ni olvidar.
Y elegí dejar libre lo que amaba
pues nadie debe estar condenado sin ser culpable,
y desde ese dia ella es mi prisionera sin celda ni cadena
habitando en mi pecho en muy cerca del lado izquierdo.
Porque hay personas que pertenecen al olvido...
Que, aunque se vayan, no se van...
Y aunque se queden, ya se han ido.