Las paginas juegan
con el hambre de tu razón,
como un alimento volcánico
pasión que despierta.
Despierta los latidos
cuando buscas
y no encuentras el ave
que huye
aprendes amar las páginas.
Gira los remos,
como gira el silencio
con infinita serenidad.
Amanece,
el frio de la madrugada
traspasa la dura piel,
los pies entre la sardina,
equilibrio del frio
entre cuerpo y mar.
Las gaviotas
espejo de los habitantes del mar,
impacientes del hambre,
revoletean entre la red.
Aclara,
mientras el frio se encierra
entre los huesos y pies.
El cuerpo se acostumbra
hasta el hambre.
El tiempo cambia,
la pesca cambia,
el horizonte cambia de lugar.
Has comprendido,
lo que no has vivido,
tu abuelo,
la calma desértica
de la marea.