Luis 091

Algo sobre mis ángeles y yo

Ahora que sé que los dueños del mundo conocen
los entresijos y aristas de mis personalidades secretas
y gustos sexuales (y me la suda, con perdón)
Que esta sociedad navega sobre el escalofrío
y la baba de sus frágiles cachorros.
Que no hay cosa que más duela a los poderosos
que no ser inmortales.
Yo, amante del grito codificado de los violines
y de la autenticidad de los heavy-metal,
enemigo visceral de los graníticos ganaderos
y admirador de los lobos.
Yo, que fui casi tan básico como los hooligans,
(pero no tan patético como los padres de familia
que solo hacen el amor a sus mujeres
los domingos cuando gana su equipo)
Yo, que cazaría a los cazadores,
que gocé con las litronas en aquella alameda
de posadolescencias mágicas,
como en las fastuosas fiestas de ricos y mis amigos maricas
homenajeando al vergel de los ochenta
y compartiendo geometrías con el servicio.
Yo, que ya no me engañan los disfraces sociales,
que perdono la ignorancia
pero quiebro ante la estupidez y la crueldad.
Que me estimo y me detesto sin exaltaciones,
que odio sin fervor y quiero
con el más gigante de los excesos.
Que ya no tengo nada que vender ni nada que comprar.
Yo, que sé que no tengo ni puta idea de casi nada
pero aprendí a reconocer la yugular en el arte,
la belleza adornada con cicatrices y legañas
y el amor sin la burocracia del después.
Yo, cansado de tanto yo,
envuelto entre la puerilidad humana
y ese otro algo sin nombre
que me vaporiza una y otra vez
como una jodida explosión nuclear hecha a medida,
que me pudre
como el cadáver de un gato
en mitad de una autopista hermosamente iluminada
en una vaga e irreal noche de abril.
Yo que aleteo en reserva de fe, semihundido,
donde hoy mis ángeles de la guarda debaten
sobre el cáncer, bytes o política, viajan en bus
y ya ni siquiera recuerdan cuando los ángeles
volaban a ciento ochenta kilómetros por hora
con la música a tope, el alma esponjosa,
boca arriba y hasta del revés...