Me dicen vago
porque mis manos,
si se manchan,
no es de cemento.
Soy un pájaro
que no cambia la certeza
de la jaula por la incertidumbre
del aire.
Soy un pájaro,
y como pájaro que soy
volar debo, que pegue
contra el pico el viento, beber
el tiempo sobre las alas.
Soy un rey cuyo reino
abarca la geografía de mis ganas,
y los insectos que me nutren, me aman.
Soy pájaro, y como pájaro
amo, y amo mientras vuelo,
sobre el duro asfalto del aire,
sobre la carretera que una brisa
me tiende, sobre el mar que un viento
inventa, sobre una gravedad
que no cae hacia abajo sino hacia arriba.
Soy pájaro sin tierra, sin nido
al que volver para recuperar fuerzas,
sin un amor que tenga que hacerse
sobre unas ascuas entre dos piedras.
Soy un volar sin dueño, un ir y venir
a un son que de dentro sale
sin que alcance a saber nunca
cuál es su fuente, su manadero.
Soy un sin gobierno que me tapiza el alma,
un no sé qué que tanto me bulle,
un no querer bailar música alguna
que provenga de otros gramófonos,
de otras voces que se pronuncian
fuera de mi voz, y que no concuerdan
ni en timbre, ni en intensidad ni tono.
Quiero amar, y vuelo para que el amor
me cace si acierta a bitacorar el viento.
Quiero amar pero el amor, que pesa,
necesita de un bastidor donde bordarse,
y mis alas, pequeñas, no dan abasto
a tanta tela, a tanta urdimbre, a tanto...
Soy un pájaro, y sin alas no sueño.