Pender de un leño, traspasado el pecho,
y de espinas clavadas ambas sienes,
dar tus mortales penas de rehenes
de nuestra gloria, bien fue heroico hecho;
pero más fue nacer en tanto estrecho,
donde para mostrar en nuestros bienes
a donde bajas y donde vienes,
no quiere un portalillo tener techo.
No fue esta más hazaña, oh gran Dios mío,
del tiempo, por haber la helada ofensa
vencido en flaca edad con pecho fuerte
(que más que sudar sangre que haber frío)
sino porque hay distancia más inmensa
de Dios a hombre que de hombre a muerte.
Año 1.600 LUÍS DE GÓNGORA