En esta inmensidad silenciosa vengo a buscar refugio, en tu oasis quiero descansar, olvidar, meditar.
Durante miles de años, el viento borro las huellas de las caravanas que se aventuraron en el. Orgulloso y soberbio, el desierto no se deja amansar, es el frío y el fuego.,la luz y la sombra.
¿Habrá belleza más sublime en la naturaleza que un amanecer cuando el sol se alza, acariciando en su embrace las dunas ondulantes?
Un paisaje de una rara belleza, inolvidable con sus dunas de arena dorada que centellean como lentejuelas de oro donde se refleja el sol. El viento las formo según el humor del momento, con el paso del tiempo.
Rápidamente la noche toma el relevo, el desierto se viste de un mantón plateado, un viento helado sopla. Penetra de por todas partes, picante e invasor muy seco. Me refugio en la tienda de campaña bien cobijada en mi plumón, un calor reconfortante me invade, me quedo dormida.
Ya amanece, la salida del sol me deslumbra con una luminosidad sin igual. De la cumbre de su alminar, el almuecín llama los fieles al rezo.
La luz borra las tinieblas, a medida que el día avanza el calor se vuelve insoportable, sofocante, la intensidad de los rayos es implacable el jeep que me lleva de repente se detiene.
Frente a mis ojos aparece, como magia, el oasis que tanto cantaron los trovadores del desierto. Una verdadera joya en este espacio tan árido.
Palmeras, plantas exuberantes rodean este manantial tan sosegado, donde se reflejan los rayos dorados del sol, donde se bañan miles de estrellas cuando cae la noche.
Fue bienvenida finalmente una pausa en este puerto de paz.
En el silencio se escuchan los sonidos cercanos del tehardent (guitarra) y del imzard (violín), una música encantadora, una canción de amor vibrante y un poco triste. Con su voz melodiosa como un sollozo, canta su amor desaparecido, se prometieron un amor eterno, sus corazones unidos para siempre hasta la eternidad. Poco a poco la música se pierde en las crepitaciones del fuego del campamento.
La noche posa sus rayos plateados sobre el agua, el silencio es intenso, le desnuda el alma. Uno se pone en contacto con su yo interno,, con la tierra, vuelve a la naturaleza, a la luz, a las tinieblas.
Una brisa ligera acaricia mi mejilla, cierro los ojos y me dejo estremecer por ella, siento una calma profunda invadirme.
Merche DemBar
24/10/09