Tímida me preguntas hoy
qué me pareció estar contigo...
Bueno, a decírtelo voy:
Me encantó quererte, adorarte.
¡Yo te besé en todas partes,
no se salvó ni tu ombligo!
Me encantó más de lo que piensas
verte entregada, sin cuidar tus pasos;
se veía que tenías unas ganas inmensas
de soñar, de volverte loca,
sólo querías vivir en mi boca
y morir de amor en mis brazos.
Me gustó escucharte gemir
y quemarte sin que hubiesen llamas,
era tu manera de decir
que soy tuyo, que me prefieres,
que como a muchos me quieres
y como a nadie me amas.
Me gustó detallar tu cuerpo bello,
radiante de hermosura a mares,
acariciar con ternura tu cabello
como una cascada de oro
y llenar de besos tus poros
y el más oculto de tus lunares.
Debo decir que me fascinó,
que eres lo que pareces;
toda una hembra que yo
con gusto en mi recuerdo llevo
y que si tengo que hacerlo de nuevo,
contigo lo haría mil veces.
Después de todo lo vivido,
de la maravilla de esos instantes,
estar contigo ha sido
todo un mágico momento
y si hay algo que lamento
es no haberte conocido antes.
Estando juntos los dos
yo me sentí como aquel
hombre señalado por Dios
para tener la fortuna
de amarte sin que razón alguna
me separara de tu piel.
Si ahora estás enamorada
y tu corazón para mí se abrió,
no tienes que temer nada,
que te amo bien lo sabes
y de tu corazón las llaves
¡a buen resguardo las tengo yo!