En el espacio de la noche oscura,
Soy el guardián de la soledad, el vigía,
Las estrellas me susurran su aventura,
Y la luna con mi compañía se reía.
Mis pasos son los ecos del silencio,
En los rincones donde la soledad reposa,
Custodio de susurros, al corazón sentencio,
Divagando por tu jardín, cual triste mariposa.
Los corazones solitarios son mi estancia,
Sus lágrimas como un río que en calma fluyen,
Les ofrezco consuelo, sin importar la distancia,
Un cálido refugio donde sus penas diluyen.
No soy un ser de tristeza ni pesadumbre,
Soy el testigo de las almas errantes,
En mis brazos, sus dolores se alivian como de costumbre,
Y renacerán como aves majestuosas y alucinantes.
Mi morada es la noche, mi aliada la luna,
Las estrellas como faros en mi ruta,
Guío a aquellos cuyas almas tienen fortuna,
Hacia la aurora de esperanza que se escruta.
Soy el guardián de la soledad, es cierto,
Pero también portador de luz en la oscuridad,
Llevo en mi ser el poder de revitalizar al amor yerto,
Donde la soledad y el olvido, se tornan en felicidad.
Autor: Ángel R. Anaya Puerta
El Ángel de los sueños
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