El vaho sale,
mientras estrujo mi rostro
contra la ventana
y mis dedos rígidos se estremecen
con la primera sensación del frío en el cristal
de pronto pareciera que toda la ancianidad
fuera consumida por la tormenta
y la juventud lejana se recogiera en un recuerdo
con el escalofrío de esperar
un abrazo por la espalda
o de escuchar un susurro al oído
de un poema o un te quiero.
Sigue el roce del cristal provocando los sentidos
acechando las memorias
recogiendo en anhelos
esta tormenta que asemeja un llanto
con el rugir del viento
y su irónica trama de encuentros y desencuentros
como provocando una oración al destino
mientras la mirada fija saja la memoria
El vaho sale, e ingresa el frío
cabizbajo mirando la vidriera,
descubro en la lluvia una paz
como de noches blancas
resistiendo las palabras
bajo las ramas, en el viraje del viento
que se convierte en aliento
en soplos de esperanza
deambulando a cada segundo
vaciando las nostalgias,
llenando el alma de sosiego
El tiempo se dilata como un proverbio sin voz
como velas pálidas esperando el ardor del sol
una trama de pesadumbres aúna mi soledad
con la noche que me abraza
un luminoso vaivén de anhelos
cierra a mis espaldas, rozando mis hombros
con la suavidad de un aliento que me estremece
y la ternura de una voz que susurra
ven a la cama, te espero, tengo frío.