Nada puede el viento
contra el muro indómito
de un país incólume
de quinientos años…
Pueden insultarlo,
traicionarlo impávidos,
reducirlo inhóspitos
entre fuego y sangre…
Vuelan las urracas
rebuscando muerte,
y enmedio del llano
sin miedo en el rostro
se levanta el tercio:
no podrán conmigo
porque tengo espíritu,
y aunque, casi muerto,
me encuentres tendido,
me levanto altivo
mirando hacia el frente,
golpeando fuerte
sin temor a nadie,
y ondeando intrépido
la cruz de Borgoña…