Un día me agotaré en mi escritura
cuando me haya escrito
en un texto que contenga mi totalidad
y abarque, sin más palabra que las dichas,
sin más oraciones que las pronunciadas
el infinito de mi imaginación y mi deseo.
Ese día seré yo y seré nada
ser perpetuo de un espejismo
dibujado por la mano
volátil del destino,
trazo retocado y al instante
borrado del bastidor de los sueños.