En el abismo de tus versos mojados,
se despierta la ardiente devoción.
Entre tus muslos, mis sentidos sonados,
se enciende la llama de la excitación.
Tu urolagnia, tan erotizado manantial,
desata tormentas de deseo y pasión.
El néctar dorado, tan celestial,
se convierte en el don de nuestra unión.
En cada gota, un frenesí desbocado,
en cada roce, un deleite sensual.
El líquido dorado, tan anhelado,
es el elixir que me hace volar más allá.
Dejo que tus deseos fluyan en mí,
que tu obsesión húmeda me posea.
Y en el éxtasis de lo prohibido sentir,
juntos creamos una tormenta de ideas.
Explorando la frontera de lo prohibido,
nos sumergimos en un océano dorado.
Tu urolagnia, nuestro secreto latido,
nos eleva a un universo extasiado.
En el juego de los cuerpos y los fluidos,
nuestra pasión no tiene límites ni final.
En tu urolagnia encuentro mis sentidos,
y en tus ojos, el ardor celestial.
Que fluyan las aguas de nuestra pasión,
que inundemos nuestros cuerpos de placer.
En tu urolagnia encuentro mi canción,
y en cada gota, un éxtasis de amanecer.
Entre las sábanas mojadas, entregados,
nos sumergimos en un goce sin igual.
Tu urolagnia, nuestro pacto grabado,
se convierte en nuestra droga, nuestro ritual.
Jugamos en los límites de lo deseado,
explorando los secretos más ocultos.
Tu urolagnia, nuestro fuego avivado,
nos une en un baile de susurros tumultuosos.