A escasos metros de la orilla del mar
Amanece un castillo de arena derrumbado
Cedió a la marea
Y a su ola
Con forma de vaivén
Y sombra demoledora
Ahora, inquieta, una mano erige
Tercamente otro castillo
Con un faro, una torre,
Una barrera
Y un centinela
Pero esta vez no se molesta
En poner
Su docena de cañones
Ni su bandera.