Me quedé al borde de tu amor,
de tu amistad, del suicidio.
Me quedé sin recursos,
sin versos, sin besos.
Me quedé con la libreta vacía
y con la pereza de una escoba.
¿Qué me queda?
Dos palabras: me gustas,
y esto no puedo borrarlo
de mis disco duro,
quedará para siempre
como la muralla callada.