Limoneyes

Disculpas y más disculpas... Y mil cambios de tema más.

Entiendo que las disculpas que salen de mis labios han perdido su peso.
Un lo siento, un perdón, un lamento...O un me arrepiento. 

Tantas veces las busco, las reclamo, las hago mía, las suelto y las grito,

que para el mundo ya no son nada,

solo para volver a empezar.


Al final, una disculpa que se puede llegar a sentir vacía, sin importancia. 
Tirada a la ligera como una piedra al mar,

para ver como rebota.

 
Pero para mí, siempre están cargadas de miedo. 

Pero no todos son yo, no todos lo entienden.
Y yo no puedo evitarlo. 

Comprendo que ignorar algo no es borrarlo. 
Siguen ahí, tras tu nuca, susurrando. 
Las palabras.
Esas que evitas y no quieres decir.

Hola, ¿cómo estás?
¿Has visto las nubes que lindas son?... 
¿Cómo estás?
¿Has visto el sol que brillante?...
¿Cómo estás?
...Como la miel en un enjambre.
¿Cómo estás?¿cómo estás?¿cómo estás?¿cómo estás?¿cómo estás?¿cómo estás?
...
...Cayéndome a pedazos

Y tampoco puedo evitarlo, el temor a estar mal, a estar bien, a lastimar, a querer demás,… A todo.
Incluso en las conversaciones más simples. 

—Limoneyes