Montaña verde,
una palma de siglos,
desangrada entre matorrales,
sus venas vacías de miel,
su muerte pedazo
ausente de la historia.
El ser humano enloquecido
destruye su hábitat,
El único habitante desposeído,
alejado de su identidad,
vacía sus venas de agua.
2
En el calendario de los habitantes,
los días son más solitarios.
Cada día, alguien se aleja de si,
cada día, alguien quiere ser alguien,
cada día, se muere un poco,
porque cada día,
un habitante se olvida de su hábitat.
Sus manos son lentas
y su pensamiento se diluye en un volcán,
cada día el habitante, un tronco
abandonado en la montaña,
sin huellas, una piedra volcánica.
3
Se ha vuelto un eco,
el dialogo del habitante,
¿Quién habla?
¿Quién escucha?
parece una ola silenciosa,
el mar parece buscar la arena,
y el habitante a orillas
de un acantilado,
agitando sus manos para volar,
quizás huir,
quizás, amar en busca de amor,
quizás, nadie encuentra amor
entre ecos y silencios.