Letrilla
¡Ay, qué tan dichosos labios!,
¡ay, qué tan divinos santos!
Si en tu puerta no hay resabios
son de sabios tus encantos.
Yo me muero antes del lunes
contemplando la hermosura,
yo te pinto sin pintura
como un zafio nuevo en Túnez.
Y aunque siendo tan inmunes
han besado a veintitantos,
si en tu puerta no hay resabios
son de sabios tus encantos.
En los once mil vaivenes
se construyen calicantos:
unos viajan en los trenes,
otros tocan esquenantos.
Pero, al ver tu pintalabios,
¡ay, qué tan dichosos labios!,
¡ay, qué tan divinos santos!
Cuando olvidan los desdenes
de los verdes camposantos,
se despiertan los espantos
a poblar los almacenes.
¡Ay, laberinto, aquí tienes
los sutiles agapantos,
que sostienen los mil cabios!
¡Ay, qué tan dichosos labios!,
¡ay, qué tan divinos santos!
Samuel Dixon