Alguien ha decidido mi muerte
y yo solo puedo aceptarlo
sin sentir miedo, sin atender los pensamientos
para no seducir el caos de buscar otra salida
Como si el desenlace fuera evitable
O si llorar de arrepentimientos
arrodillado, besando los pies de las imágenes
evadiera la postrimería
Yo sé quién soy, he abierto mi pecho
para dejar salir el dolor
porque no quiero sentir la aflicción mirándome
y a mis palabras convertidas en cómplice
de contriciones a destiempo
tampoco deseo el silencio socavando el sentimiento
y por miedo cerrar mi boca para afirmar la cobardía
No puedo aceptar confesiones de mis cosas vividas
para satisfacer el morbo de presbíteros proscritos
que han encontrado en la muerte sacrificios a sus juicios
no me importa lo que piensen de mi
los que me conocen sabrán
que amo el silencio de los recuerdos
de los cuerpos desnudos, y sus caricias
y no hay pecado en la entrega
solo si se confiesan los nombres
Alguien ha decidido mi muerte
pero la muerte no habita en mis ojos
aun respiro y no se confunde mi vida
aun siento el latido y la belleza en mis venas
incluso todavía miro con descaro a mi amada
para llevarla a la alcoba
y le entrego mi alma
porque mis palabras están vivas
y abren mi pecho para entregarle mi aliento
y vibran mis manos con el calor de su cuerpo
al rozar de sus pechos o acariciando su vientre
Alguien ha decidido mi muerte
pero yo aun siento la vida
y he decido amarla