Lourdes Aguilar

A LOS HIJOS PERDIDOS

Por esos tiernos llantos ignorados

Esos brazos hacia el vacío extendidos

Entre sombras que siempre me seguían

¿cómo ofrecerles algo que yo desconocía?

Inmersa en las obligaciones cotidianas

Debí romperme tantas veces agotada

que la más pequeña de esas astillas

A ustedes no les alcanzaba

aún así los hubo momentos de alegría

pero como suele suceder con la risa

quedan relegados en la mente

sino es que perdidos para siempre

 

Es que crecieron demasiado aprisa

Y quedamos así con ganas y las dudas

Ante el reloj indolente que nos guía

Si pudo florecer algo entre las dunas

Y ese pesar se ahonda ciertos días

Cuando sus heridas y las mías

En el cotidiano esfuerzo de estar vivo

Reaparecen como plagas sobre el trigo

 

No espero atenciones al invierno que acecha

Mucho menos espero el regreso de los míos

La soledad ha sido mi persistente compañera

Hemos sido por propios y ajenos tan heridos

que a mirar de frente sólo se atreve el valiente

aunque en sus venas permanezca neciamente

la hiel de sus derrotas y el dolor de las traiciones

aunque le atormenten en sueños cien arpías

él sigue esbozando palacios sobre sus ruinas

como si fuera su sino pergeñar nuevas ilusiones

cada vez que algo o alguien de un golpe las ataja