La generosa poeta
dueña de mi pensamiento
da a mi palabra su aliento
y alegría a este aprendiz
a mí me hace muy feliz
que disfrute del momento.
El tiempo tiene sus pausas
igual que el tambor del pecho;
y no se saca provecho
revolviendo las concausas.
El alma y sus tropopausas,
la mente y sus cementerios,
son pampas; sus megaterios:
las conductas que se yerran.
Los amigos no se aferran:
se quieren; con sus misterios.
Perdurarás mientras viva
y tus duros sinsabores
alteraran los sabores
con que aprende mi saliva.
Como la atmósfera liba
de los astros relucientes
muchos leemos conscientes
de tu verba prodigiosa.
¿Exagerada es la cosa?
Nunca lo es: si la sientes.