La tentadora carne
El sabor amargo de la distonía clásica
Y el instante mismo del placer
Mezclado con una receta de diretes azafránes
Quisiese que fuera lo que una vez quisiese que fuese
Pero la realidad distorsiona la percepción del sabor a especies
No me embriaga tanta amargura de soledad
Las carcomidas siluetas del vaiven
Sujetan el aterrador desgarro por una equitativa paridad
La verdad entre tanta mentira no puede reflejar
Aunque me quisiese someter al deleite por lo eterno
Cada vez que pruebo me quedo sediento
Pero lejos de tanta intrínseca variedad
He aprendido a odiar el obvio placer
Por una que otra ciruela o citirco de carcajadas
Disfruta del menguante sabor por aquellas veces en que creía
En la percepción de deleites mientras pasaba
Podía sintonizar aquellas vulvas dónde los llantos
Suelen convertirse en lluvia
Y, de nueva cuenta la palida aventura
No vasto con dejar en lo profundo el ser
Despiertas con la boca ensangrentada
No acaricies las vanidades que sujetan el odio
Adiós amor y bien aventurada sea que sirva de alegría
Porque sea para mí una soledad eterna
Mientras tenga las manos llenas del sudor por tan poca ropa
Esto solo es 1/3 de cocción de aquel sirloin
El grosor, las pulgadas, que bello corte y huele muy bien
Privarme de la muerte andante y el sabor de tanta piel
Porque ya no es lo mismo si bien se sabe
Una que otra cobijas amedrentan mi alma
He llegado a dónde el vacío se manifiesta
Aunque no lo reconozca el amor se a secado
Está regadera de placeres no fueron el principio del fin
Acuñaron una paradoja y las sensaciones al igual el opio
Que daga puede sacar tanto deseo y que vuelva a sentir
Dejo de manifiesto lo aprendido
Porque ahora veo la felicidad en sus rostros y me fijo
Pero que más da
Nunca les diré que la tanatología es ahora mi perra ardiente.
Sa. J. Jalley