Sin ecuánime halago que postules
tartamudeando por lo imposible;
uno queda, sin medir lo inmedible
y sin una creencia que formules.
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No eran ni grandes, ni verdes, ni azules
tal vez diáfanos en algo intangible
y tan nítidos en lo inmarcesible
que reflejan mi todo en sus baúles.
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¿Y por qué, sus ojitos me gustaron?...
Sin hilar o teorizar los puyos
mis disléxicos ojos se abrigaron...
.
Así mismo, entregados a los tuyos
y con esa amor con que me miraron,
intrigan, si eran míos o eran suyos.