En mi patio hay un árbol cargado de flores rojas,
flores tan dulces que atraen a numerosos colibríes,
y no solo a colibríes, sino también a abejas y mariposas.
Mi gatito ama a ese arbolito,
por él se trepa, llega hasta la copa
pero no logra alcanzar a los veloces colibríes.
Ellos no paran de batir sus alas,
resalta su color verde brillante,
parlotean, se comunican,
los rodea un halo de misterio.
Yo me detengo a observarlos,
ellos parecen atrapar
al universo entero entre sus alas.
Susy Espeche