En la penumbra de la noche, a tus caricias me entrego,
se enciende la llama de nuestro juego,
dos cuerpos enredados, almas en alboroto,
el arte del amor, un eterno devoto.
Tu piel, suave terciopelo bajo mis manos,
susurran secretos, promesas y canciones,
mis dedos exploran tus recónditos rincones,
mientras tus labios, sedientos, al éxtasis nos entregamos.
El suspiro se escapa, un gemido se alza,
las miradas se cruzan, la pasión se entrelaza,
nuestros cuerpos se mueven, al ritmo del deseo,
aroma embriagador, incendio que me lleva de paseo.
Cada beso es un verso, cada caricia un poema,
la noche es testigo de nuestra esencia extrema,
la luna se asoma, curiosa y complaciente,
mientras mi cuerpo se entrega ardiente.
Los susurros callados, gemido entrelazado,
las palabras prohibidas, el sueño desvelado,
el placer sin fronteras, el frenesí desatado,
un torbellino de emociones, enredados y entrelazados.
El éxtasis nos envuelve, nos eleva al infinito,
dos almas perdidas, encontrándose en el rito,
cada encuentro, un poema que se eterniza,
nuestro amor ardiente, poesía que se realiza.
En este letargo de versos y rimas,
En montañas, nos amamos en las cimas
poema sensual, enlazando almas y deseos,
en la plenitud del acto, nos fundimos en los jadeos.
Autor: Ángel R. Anaya Puerta
El Ángel de los sueños
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