En la simpleza
de soltar humo en mi terraza...
En mi paraíso.
No necesito nada
para sentirme pleno aquí,
solo la mirada de un corazón inocente.
Mientras una canción de amor suena,
recuerdo esas amistades pasadas.
Aún siguen presentes...
al otro lado del charco.
Algún día conoceré sus bosques
y sentiré la fragancia de la Amazonia
corriendo por mis venas.
Será una noche rugiente de vida,
tendrá el sosiego de mis palabras.
Aún nuestras risas bailan
por las calles de Jaén,
purezas en las miradas...
Gente buena que sonríe
y siente todo, en una azotea llena de cielo,
a pesar de una vida de infierno.
Templanza de otoño,
siempre llega
deshojando veranos de apegos.
Toma color pardo de amor,
madurez de tantos lugares,
de tantas amistades buenas...
al recordar en sus ecos nuestras risas.
Sin avaricia, sin prisa...
en el interior de los corazones.
¿Cómo describo al vacío
donde todas respiramos?
El mismo al morir
nos entregamos
y un llanto reverbera
alumbrando un nuevo nacimiento...
Le oro al corazón...
¿Aún buscan fuera?
Ya se sabe, el todo
lo proyecta él.
No sé si la noche
me llevará en la mirada de un búho
a ver sueños
donde aún vivimos.
Quizá me canse
en sus plumas de inspiración
y Atlántico me lleve en su barca.
Mares de amores y ensueños.