Brilla el sol con tanta intensidad que encandila las orillas más oscuras.
Extasiadas las margaritas se doblan, buscando del fresco suelo, refugio.
Al ver esto yo, no pude menos que relacionarlas conmigo, porque aquél amor mío me era como un Sol
Con vitamina alimentaba mi cariño con sus rayos, besaba mi piel, con su tibio candor, enamoraba mis días.
Grababa como arte mis labios por besarlos a más no poder, y yo solo me vencía en sus brazos dejándome ser.
Sin embargo, no conté, con que el sol de invierno es tenue. Y ahora que él ya no es, busco cuál flor triste, su amor en el suelo.
Pasa el tiempo y el sol sigue estando en su eje, en su debido lugar y tiempo, yo desde la sombra le observo cortejar otra flor.