Escucho noticias por todas partes de franjas de tierra que se rompen.
Se rompe España,
se rompe Groenlandia entre los hielos,
se rompe Venecia bajo las aguas.
Pero solo hay una franja de tierra que han decidido romper los líderes que dirigen las democracias occidentales:
Palestina.
Palestina, el pueblo que vio nacer a un Dios y caminó sobre sus aguas.
Hoy ha sido convertida en una nación de parias a la que los pueblos de occidente miran con horror y lástima.
Las sociedades civiles occidentales no tienen nada contra los Palestinos.
Admiran sus danzas, sus cuentos cananeos, su música, su riquísima historia, los ropajes de colores de sus mujeres.
Sin preguntar a sus pueblos, solos, los grandes dirigentes de las democracias occidentales han decidido hacer desaparecer a Palestina del resto de culturas, del resto de naciones, del resto del planeta.
Palestina es un pueblo entero tratado como un rebaño miserable .
Encarcelado a cielo abierto, alimentado con pucheros de garbanzos, y que espera la hora del juicio final afinados como corderos aguardando el sacrificio.
Pronto caerán desde los cielos todas la potencias de occidente sobre mujeres, niños, ancianos, afinados entre los cascotes de sus propias casas, los cadáveres de familiares, los niños agonizantes cuyas únicas defensas antiaéreas son sus manos implorando al cielo.
Palestina va a desaparecer de la faz de la tierra en una charco de sangre y fuego, que se tragara el desierto de la indiferencia.
No va haber piedad sobre el pueblo Palestino , así está dispuesto por voluntad de los grandes hombres, y la impotencia del Dios que allí murió
Quizás nuestra humanidad termine de perderse ya del todo en esa franja de tierra que se rompe.
Ángel Blasco