Luis 091

Stargate en el hipermercado

De pronto la ves,
en ese pasillo,
entre la sección de productos de limpieza
y la de comida para mascotas.
No estás del todo seguro,
quizás ella tampoco.
Te cuesta recordar su nombre.

Su lugar en tu cerebro: un aula casi vacía,
el sol de mediodía mordiendo las ventanas,
y como patética excusa unos supuestos
apuntes olvidados en una carpeta
en un supuesto rincón de un pupitre.


Lo siguiente una falsa improvisación
en forma de invitación para echar
un partido de tenis
(su chándal te dio la pista)
Luego unas cervezas pospartido
y un largo beso en la prórroga
bajo el marcador siempre amañado
en aquellos días de la luna.


Se acerca a ti y entabláis conversación.
Dos vidas en diez minutos. Su historia:
dos adolescentes con su mismo color de ojos
y la misma nariz, un boomer amante del golf,
una nómina amable, algún roto incosible
y un par de arrugas delatoras.

La tuya: cuatro verdades a medias,
varias sonrisas irónicas disparadas al techo,
stock de airadas cicatrices
más un cuadro de amnesias bajo llave
y con colmillos.

Tu memoria empieza a funcionar a destajo,
esos hoyuelos al sonreír, ese gesto...
Y comprendes por qué
aquella excusa en aquel aula.
Pero da igual,
no es la primera vez que te ocurre
(seguro que tampoco la suya)

Y es que a veces la vida
-cabrona como ella sola-
en pleno centro comercial
te lleva a la sección de hipotéticas existencias
u otras dimensiones.

Y entonces en esos momentos
solo te salvan una de esas oxigenantes
risas de entreacto,
uno de esos silencios establecidos
con la mirada (siempre de mutuo acuerdo)
o una llamada (siempre más que oportuna)
en el insensible móvil

japonés de última generación.