Freddy Kalvo

La hormiga veterana

 

Las hormigas coloradas

del mismo árbol provenían

y en el árbol quedarían

otras más agazapadas.

 

Las hormigas más guerreras

cruentas luchas comenzaron

mientras otras se quedaron

en sus lógicas trincheras.

 

Al final salieron cinco

luchando contra injusticias

cada cual con sus pericias

¿Quién pegó al final el brinco?

 

De cinco surcos venían

con los sueños en las manos

defendiendo a los hermanos

que persecución sufrían.

 

Caminando se encontraron

por los surcos las hormigas

y notorias, sus fatigas,

en la sombra descansaron.

 

Y pasados los minutos

en aquel bello paisaje

reiniciaron largo viaje

con sus cuerpos diminutos.

 

Pero dijo una hormiguita:

—¿Hacia dónde caminamos?

Y en la vera: —¿Qué buscamos?

Discúlpenme que repita:

 

—¿Pero, para dónde vamos?

Una hormiga salió al paso

contestando sin retraso

—¡Al futuro caminamos,

 

aplaquemos los temores!

Y se oyó aquel fuerte grito

por angosto caminito

muy al ritmo de tambores

 

que decía: —¡Vamos juntos,

hacia la ciudad futura

donde ya no habrá amargura

si aclaramos otros puntos!

 

Y se preguntó la hormiga:

—¿Dónde está ciudad futura,

quién a mí me la asegura?

Disculpen que contradiga.

 

La espetaron: —¡Caminemos,

defendamos ideales,

por los montes y arrabales

avancemos y luchemos!

 

Y después de varios años

con las muchas estampidas

se apagaron tantas vidas

en caminos aledaños.

 

Esa lucha tuvo asomos

como «triunfo colectivo»

pero siempre el que es más vivo

te demuestra: —¡Lo que somos!

 

Al bajar de las montañas

con sus cedros y laureles

se embarraron con las mieles

y afloraron muchas mañas.

 

Así dijo aquella hormiga,

platicando abiertamente.

Le dijeron: —Sos demente,

venenosa como ortiga.

 

La tildaron como hereje

porque siempre cuestionaba

cuando la miasma asomaba

y el maligno la entreteje.

 

Caminando descubrieron

que no había idea clara

que la duda desmontara

por la que muchos murieron.

 

Y mataron ilusiones

traicionando el ideario

que era revolucionario...

¡Valen más unos millones!

 

Y amellaron su instrumento,

con el que siempre luchó.

Pero nadie la escuchó,

¡Cómo abunda hoy el lamento!

 

Y la utopía… —¿Está muerta?

—¡No! ¡Quizá sí el instrumento!

¿Quién violó su juramento…?

Pues sin moral… ¡No despierta!

 

¿Quién va en busca de herramienta,

con el filo necesario

que no sea más falsario,

porque la experiencia cuenta?

 

Y al final murió la hormiga

con el sueño aletargado

y la vida la ha entregado

donde siembran mucha espiga.

 

Y estos versos nos dejó

esa hormiga veterana

que también era paisana

de la raza que murió.

 

La enseñanza de algún modo:

«Con poder se olvida todo»