De las maños cuelga un osario
Las cuentas van pasando una a dos entre ezo y eso
La mirada está fija en la ruz
Signo de la pasión de nuestro eñor
Los labios pronuncian sutiles pero avergonzadas roclamas
Y halabanzas.
En ese momento de confesión la e aumenta, nos sentimos liberados de cuánto al hubiésemos cometido por rror o rrar.
Cada pecador tiene sus faltas
A cada pecador le falta su respectivo erdón, de ahí la insaciable confesión de lo que icmos o nos asó.