Reconocerás tu vida,
restaurada entre los árboles,
florecientes en la profundidad del bosque,
entre retoños de verde turquesa,
y la quietud de manantiales,
cubiertos de vestidos blancos.
Será tu vida esplendorosa,
resurgiendo sobre el silencio,
cuando el tiempo haya sido destruido,
y las estaciones fallecido,
ante el mundo que insensible,
intente callar tu voz,
que emancipada viaja con el viento.
Reconocerás tu raíz,
en la fuerza del sol poniente,
que da luz al verano,
forjando sombras en la tierra,
donde germinan tus sueños,
salvajes, gloriosos,
como tu palabra y tu verbo.
Será tu simiente,
la que fecunde la tierra,
porque viniste a hablar de amor,
claro, transparente, como agua de la montaña,
que conserva la vida y alimenta esperanzas,
que renueva lo árido,
para convertirlo en huerto y oasis.
Te reconocerás a ti mismo,
en la madera y la selva,
en pedazos de cielos,
en las nubes y el campo,
en los cuerpos desnudos,
sin doctrinas ni dogmas.
Verás tus manos arando,
mientras abrazan y asían.
Verás tus pupilas analizando,
mientras anhelan y suspiran.
Y tus pies continuarán caminando
mientras dejas surcos y caminos
Volverás sobre tus pasos
cuando se cumpla la maravilla
de vivir sin ataduras,
y besar sin sobresaltos