Un beso herido en el centro de tu hemisferio. Un beso donde el alma se hace cuerpo.
Es el istmo eterno de la vida y de la muerte. En el túnel de la voz, del llanto, del grito y del misterio.
Un beso de sangre donde ya no hay luz, donde la noche nunca fue noche y donde el día muere naciendo.
Un beso en la desnudez desnuda, en el blanco níveo del universo. En la carne devorada por el deseo y en la playa, donde se deshoja el tiempo.