omu

de la villa a la aldea

Trovador, quisiera saber
si tu sueño anda forjado
sobre seres encantados.
Con caballos voladores
princesas y pócimas,
brujas, sapos, dragones
y castillos hechizados.



O sencillamente para recitar
o cantar contando te impregnaste,
de los hombres y sus estados,
de los caminantes con sus emociones
de la alegría contenida en la risa
y del desespero hallado en el llanto.



Con permiso preguntarte,
si esconde para ti alguna señal
el relampago en el cielo,
tropezar con una mirada fugaz,
o esa llama intermitente,
candente, naranja azulada,
del leño hecho luz y fuego.
    


¿Sigues acaso trovador,
la senda estampada
por ese rastro de huellas,
de desconocidas pisadas,
en la arena de una playa
casualmente encontrada,
acaso confias (sin saber porque)
y siguiéndolas esperas
arribar a buen puerto.?



Trovador, sé, que de ti emanan
cuentos y leyendas,
sé, que descifras verdades
no dejándolas a medias.
Sé, que adornas
pero no usas disfraz.
Sé, que hay veces omites
pero nunca mientes.



Por ello,
poeta y músico te pido
cuando hagas tocar
tu cítara o dulzaina
en la villa próxima
o en una aldea cercana;
y los saltimbanquis
te rodeen en tu trova
dando saltos y piruetas,
mientras danzan los velos
de la bella bailarina
con sus contorneos
y golpes de cintura
dando vueltas, extasiada.

Cuando equilibrándose
tus palabras cuenten
sobre mendigos y reyes,
y sobre las estrellas,
la tierra y los ríos,
no te olvides de avisarme,
quiero bailar
sobrio o ebrio,
al son de tus compases.