Freddy Kalvo

La vida...una escuela

Caminando yo aprendí,

a vencer muchas quimeras;

que los años van volando

como viento, como niebla;

que así pasan los veranos,

inviernos y primaveras;

que el otoño inesperado

a la vida, siempre llega.

 

Que las hojas van cayendo

y el árbol, desnudo queda,

que el tiempo las va arrastrando

las estruja, se las lleva.

Y el árbol que era frondoso,

queda lleno de veredas.

 

Pero nada es para siempre

le oí decir a la abuela

que yace en el Camposanto

y hoy el alma la recuerda,

como al abuelo y mi madre

que hablaron, como profetas.

 

Hoy camino convencido

que la vida es una escuela

porque nos va demostrando

cosas malas, cosas buenas.

Y en ese camino eliges

con cuáles de ellas, te quedas.

 

Y aprendí que la palabra

a muchos les salen huecas

con sabor a hipocresía.

La vida es bella... ¡y compleja!

Te va marcando el camino

que vas dejando con huellas.

 

Y aprendí que los rumores

abundan más que las piedras.

Que la ciencia vuelve opaca

si al rumor nunca interesa

ser la luz en el camino

para cosas verdaderas.

 

Caminando se descubren

los caminos, las veredas,

los amigos verdaderos,

las amigas verdaderas.

Y aprendí que, en los caminos,

van quedando esas estelas;

que el amor es muy sublime

y te impulsa a cosas bellas

si nace dentro del alma

y se entrega y nada espera.

Ese amor es el genuino...

¡Qué belleza que aparezca!

 

Y aprendí que ser feliz

es cual nube pasajera

que surcando va los cielos

con figuras muy espesas

y al soplar los ventarrones

se disipan en las selvas.

 

Así va la hermosa vida

navegando en las mareas,

unas fuertes y aflictivas

mas en otras, tú te elevas,

con espíritu guerrero

conquistando muchas metas.

 

Cuántas cosas aprendidas

que decirlas yo quisiera

pero son tantas y tantas

que el recuerdo, se tropieza,

se detiene, pero sigue

y alimenta mi conciencia.

 

Una cosa yo les digo

porque duele y me impacienta:

«La traición no es soportable

y se esconde entre la jerga

de los que diciendo ser

no son nada, ni hacen nada…

¡Ay de aquellos que les crean!»